martes, 20 de mayo de 2014

Cafeína: todo lo que no sabes acerca de ella y que tampoco te cambiará la vida si lo sabes

  La cafeína no sólo se encuentra de forma natural en el café, sino también en el té, la yerba mate, las nueces de cola, el cacao y el guaraná. Los que defienden que el consumo de té o mate es más sano que el de café porque contienen teína o mateína respectivamente, se equivocan. Teína, mateína, e incluso guaraná, son otros nombres para exactamente la misma sustancia: cafeína. Lo que varía según el origen, es el contenido. Las nueces de cola, por ejemplo, contienen hasta 3 veces más cafeína que los granos de café.

  Lo que también es variable y digno de considerar, en cuanto a efectos de los productos cafeinados, es el contenido en sus amigos fieles, la teobromina y teofilina.La teobromina es un vasodilatador que aumenta la cantidad de flujo de oxígeno y nutrientes al cerebro y músculos. La teofilina afecta principalmente a los bronquilos e incrementa la frecuencia cardiaca.

  Al contrario de lo que se cree normalmente, la cafeína no tiene en sí un efecto "activador", sino más bien un efecto "usurpador". Ya que existe un nucleósido llamado adenosina, que es el encargado de avisarle al cerebro que el organismo está cansado y le toca reducir su actividad neuronal. La cafeína, como es estructuralmente similar a la adenosina, se hace pasar por ella y bloquea los receptores de adenosina, lo que justifica su efecto estimulante.

  Aunque es verdad que la cafeína tiene un efecto anticelulítico, puesto que ayuda a reducir el tamaño de los tejidos grasos, la cafeína no se absorbe con facilidad por vía tópica.

    Por mucho que la ataquen, el consumo de cafeína en cantidades moderadas por parte personas de mediana edad (exceptuando embarazadas) no está asociado a consecuencias graves en la salud. El consumo excesivo de cafeína, a partir de 600 mg/día, lo que equivaldría a 6-8 tazas de café, puede dar lugar a ansiedad, migraña o arritmias cardíacas. El consumo letal está fijado en 10 g/día, unas 80-150 tazas de café, en función del tipo de café, tamaño, procesado, etc.

  Así que nada, a disfrutar de vuestro café, té o mate sin culpa, ¡que uno al año no hace daño!


lunes, 19 de mayo de 2014

El boom del vacío existencial

  Lo abundante cansa. Llegué a esa conclusión este mediodía en el súper, cuando me encontraba frente a una estantería con al menos 100 variedades de dulces y chocolates. Tenía hambre, tenía la posibilidad de comprarme alguno, y lo único que pensaba era: ¡A ver si inventan algo nuevo! Sí sólo hubiese encontrado un chocolate estándar a precio aceptable, posiblemente lo hubiera comprado. Pero en vez de eso perdí más de veinte minutos de mi tiempo observando y aborreciendo cada marca, y estorbándole al pobre reponedor. Al final me decidí por galletas.


  El contacto constante también cansa. Tengo agendados a grandes amigos en Whatsapp y llevo siglos sin escribirme con ellos. Hace 10 años tenía que gastarme unas 300 pesetas en el cyber para poder escribirles un E-mail, y otras 300 al par de semanas siguientes para ver que me contestaban, y ¡de verdad que lo hacía! Creo que no he podido vivir mucho de la época de las cartas... sí, esas de papel que venían en sobres, como las facturas, ¡qué bonitas eran! Pero claro, en estos tiempos que corren (y tanto que corren), a nadie le importa un cuerno ver noticias viejas escritas a mano, sino una respuesta digital inmediata, que te solucione el tema y no te haga pestañear mucho. Ha dejado de importar en absoluto lo que cuentes, sino simplemente que lo cuentes. Todo. A qué hora te has levantado, cuántos kilómetros has corrido, dónde estás viendo la Finale de la serie del año, los exámenes que has superado, y por supuesto, ¡lo bien que te lo estás pasando!
Da la sensación de que nuestra felicidad no es completa si no la posteamos. De que es en vano pasar las vacaciones de tu vida si nadie va a ver las fotos de tu viaje. De que no estamos seguros de que hemos hecho algo bien hasta que no tenemos la aprobación de los likes.

Eran tan felices que ni sacaron fotos.*

  ¿No os pasa, que abrís vuestra página de (inserte red social de turno) y sólo veis noticias de personas que apenas conocéis, sobre cosas con las que ni siquiera estáis de acuerdo, y que en realidad no os importan un pimiento? Pues a mí sí. Pero a pesar de ello, entraba una y otra vez. Por eso tomé la drástica decisión de desactivar mis cuentas de redes sociales. Siii, vaaa, puedo volver cuando quiera, pero en realidad espero no tener que hacerlo. Ahora me siento, de alguna forma, más humana. ¿Tampoco será el fin del mundo no?
Y el tema de las selfies... admito que yo también he caído alguna vez... pero, en serio, ¿qué nos pasa? ¿Donde está la gracia de fotografiarnos el careto y conseguir 874 megusta?¿De verdad investigamos e invertimos semejante montón de recursos en almacenamiento de datos para que se llenen de morritos?

  Siguiendo el tema de la abundancia agotadora, pasamos a las modas. Los "outfits", la música, los libros, las series... Las multinacionales ponen algo de moda y te bombardean visual y acústicamente por doquier. Y claro, como hay que estar a la moda para vender, escuchas el mismo single en 20 tiendas diferentes, ves el mismo bolso en los cuatro pubs que visitaste el útlimo mes, ves debates sobre el mismo libro en cada bendito blog. Empiezas escuchando rumores, comentarios... cuando te quieres dar cuenta el producto está en todas partes... y antes de que te puedas siquiera plantear tenerlo, ya lo tienes aborrecido, tú y todo hater viviente. Y llegando a la cumbre de la repulsión al producto, ¡surprise! llega el siguiente, en un ciclo cada vez más masivo y más corto. ¿Cómo es posible que nuestro sistema de consumo no nos haya matado ya? ¿De dónde demonios estamos sacando las materias primas? ¿A dónde va a parar todo ese volumen old-fashion?


    Y aquí lo dejo que bastante tenéis ya.


*Visto en alguna red social, no encuentro el autor.

domingo, 18 de mayo de 2014

Lost in redaction

  Llega un punto en la vida de una persona, en el que todo depende simplemente de uno. Ya no hay padres, ni que tiren de ti, ni que te frenen, no hay noche infinita antes del examen, no hay presión social dentro de tu grupo, no hay situaciones demasiado difíciles que justifiquen lo que no haces, pero tampoco grandes logros que prueben lo que haces. Estás solo en un universo de nada, y te toca decidir qué construir, cómo y POR QUÉ. Y te toca asumir que te vas a equivocar tomes el camino que tomes, vas a escuchar miles de telodijes, porquénomepreguntasteamís y algunos de esos desesperantes buenonopasanadas. Y sí, ese punto es un asco.

  Es un asco porque se te acabaron las excusas, porque ni tú mismo sabes qué narices pasa contigo. A tu alrededor todo marcha hacia adelante, y tú te encuentras bloqueado, confundido, avergonzado. Como cuando alguien comienza a explicarte las reglas de un juego complejo, y tú sabes que no estás entendiendo nada y vas a tener que escuchar la explicación una y otra vez. Es un asco porque tienes todas, absolutamente todas las herramientas externas para conseguir lo que quieras, y sin embargo aún no lo estás haciendo. Sientes una lucha interna insoportable, entre un tú que quiere ser alguien, llegar a la cima, alcanzar la felicidad, y un tú que busca cualquier distracción para quemar el tiempo, que piensa que mejor mañana, porque tampoco estás tan mal. Es un asco porque hay personas que nunca se darán el lujo de tener tu "problema", ya que están ocupados con temas serios, como tener algo con que darle de comer a sus hijos o liberarse del régimen esclavista de su país.



  En el caso de una conocida mía, ese punto le ha llegado aquí y ahora. Lleva una vida independiente que está bien, en un piso que no está mal, tiene una pareja aceptable y su situación familiar... ha peleado peores batallas. Tiene una carrera CASI terminada, con un casi que hace eco en cada rincón abandonado de la ciudad. Realiza trabajos que odia para ir tirando, pero lo soporta porque le ocupan poco tiempo. Y tiene un futuro predeterminado que muchos admirarían, pero a ella no le termina de convencer. Sabe que tiene amigos que la quieren, aunque siempre tiene esa sensación de que sus amistades no llegan al 100 %, de que no hace lo suficiente por ellos y que quizás sigan manteniendo la relación por costumbre. Procura zanjar las conversaciones sobre ella rápido, porque no tiene nada asombroso que decir al respecto, y no soporta ver las caras o emoticonos compasivos de sus allegados. Tiene sensaciones raras acerca del futuro. No es que le tenga miedo, sino tal vez un poco de aborrecimiento. No puede evitar soñar con días mejores, alucinantes, y a la vez esperarse una decepción, porque su yo interno que no la ve tan mal, sigue acaparando todo.

  Disfruta viendo series o películas, en las que la gente sólo vive la vida, hace el ridículo sin consecuencias, cumple con sus tareas por las mañanas desde bien temprano, porque por las tardes vivirá increíbles aventuras, que serán las que se grabarán. Porque nadie quiere ver a su protagonista favorito estudiando por largas horas o removiendo un arroz para el almuerzo. Ella se pregunta a veces, porqué no puede ser como esos personajes tan espontáneos, siempre con una respuesta creativa y que viven tantas coincidencias. Pero luego piensa... Ehh, sólo son personajes. Quizás ni siquiera los mismos actores son así de felices.

  No lo sé bien, pero creo que escribo esto como una especie de intervención para mi conocida. Espero que lo lea enseguida, que le ayude a ser sincera consigo misma y que se dé cuenta de que se trata de una situación patética, incluso triste, y lo más importante, de una situación INCOMPLETA. Incompleta y temporal, diría yo. Y sólo ella puede corregirla, mejorarla y cuando llegue al máximo, perpetuarla. Y ojalá que cuando llegue a ese máximo, a ese culmen de aceptación y superación, vuelva a leer esto y diga, "Sí, esa ERA yo". Que recuerde ese punto crítico con una mirada tierna de melancolía, pero entendiendo que salir de esa comodidad conformista y bochornosa era lo correcto, porque en ese momento, ella es francamente feliz.

jueves, 17 de abril de 2014

Maternidad

  Una mujer no está completa hasta que no trae un hijo al mundo. La misión última de la mujer es la descendencia. El día más feliz de tu vida va a ser en el que sientas la primera patada de tu bebé. Éstas y otras mil sandeces llevo escuchando toda mi vida, y últimamente se están volviendo aturdidoras. Es que claro, estoy llegando a "una edad" en la que la mayoría de las mujeres, al menos, se lo plantean. Afortunadamente en mi círculo social (jóvenes, españoles, estudiantes o recién empleados) es algo que tiene poca cabida, dada la situación actual. Pero es verdad que se nota un aire familiar tenso, un bombardeo de fotos de bebés constante (aunque procedente de otros contextos), una cierta determinación de futuro predominantemente con hijos.

  Yo no estoy en contra de los bebés obviamente, ellos no tienen culpa de nada, y además son monísimos (excepto cuando lloran superando los 500 dB). Pero estoy en contra, o mejor dicho, me molesta, la idea de que la mujer está en el mundo para parir, y si decide no hacerlo, es una rarita/loca/hijadeldemonio. Yo, EN MI HUMILDE E INSIGNIFICANTE OPINIÓN, considero que la decisión de tener un bebé es una decisión egoísta. Por mucho que se hable del don de las mujeres, del regalo de la vida, darlo todo por los hijos, y blablablah... creo que no se hace más que en el propio interés, o en el de la pareja. ¡Y no digo que sea malo! Digo que es una decisión egoísta, como puede ser la de ir a comprarse un par de pantalones, la de dormir una hora extra, o la de no hacer donaciones a una ONG. Lo que quiero decir es que, no le podemos preguntar a nuestros futuros bebés ¿te gustaría nacer?¿quieres ver lo que hay en este mundo? Partimos directamente del sí, y seguimos adelante. Pero... ¿de verdad no flipáis de miedo al pensar que quizás vuestro futuro hijo sea infeliz, o al menos no todo lo feliz que quisiera? ¿Cómo se puede tener el valor de traer una vida a este planeta, donde ocurren cosas terribles cada día, donde un billete vale más que una persona y donde para toda recompensa hay que realizar un tremendo sacrificio?¿Al menos os preguntáis si sois capaces de darle a vuestros hijos lo que se merecen? Os admiro, de verdad. Yo es ponerme a darle vueltas y alejarme cada vez más de la idea. Comentando este tema con un amigo de Nigeria, me decía que sólo una europea podía pensar así. Es verdad que por aquí nos gusta darle la vuelta al rizo, pero yo creo que hay gente cambiando su punto de vista en todo el mundo. O incluso empezando a tener uno... ¿acaso hace 100 años podíamos mínimamente replantearnos las reglas sociales establecidas? Me compadezco de los "raritos" de aquella época.

  Otra idea establecida en cuanto a la maternidad que veo, es que los padres y madres hablan de tener un bebé, no una persona. Hablan de un cuerpo pequeñito, que la mujer guarda 9 meses y luego llega y hace muecas. Pero es que ese bebé no es para siempre. Ese bebé va a crecer, y si no te pones las pilas con él/ella, puede derivar en lo peor (que a su vez puede tener otro bebé, que ¡adivina qué!¡también crece!). Y sí guapete, va a ser todo culpa tuya.

  Cualquier idiota puede fabricar un bebé, a la vista está. Me mueeero de tristeza cuando alguien habla de traer un niño al mundo como el mayor logro de su vida. ¿En serio?¿No hay algo por lo que hayas trabajado un poquito más? Pero ser madre o padre, eso es otra cosa. Bien hecha, debe de ser una de las tareas más duras que existen. Allá vosotros valientes. Sólo os pediría que si alguien decide no serlo y seguir proyectos distintos de vida (o al menos no parir y buscar otras alternativas para crear una familia), abráis un poco la mente, y entendáis que no a todos nos hacen felices las mismas cosas.

  Ay madre, leyendo esto, pensaréis que soy una psicótica, depresiva que odia la vida. Por si os interesa, os aviso que no lo soy, pero vamos, que si lo pensáis tampoco me va afectar mucho, tranquilos :)

lunes, 31 de marzo de 2014

Que te quiten lo bailao

  Es una expresión que me encanta. No importa lo culpable que te haga sentir lo que hiciste, si alguien te dice esa frase, sientes una especie de alivio. Yo cuando la escucho, me imagino una especie de remolino de colores que reproduce una música alegre y de repente te tragas, y encierras con una sonrisa pícara.

  Y es que es verdad, que lo único cierto y a salvo en esta vida, es lo que ya ocurrió. Nadie puede quitártelo, para bien o para mal. Lo curioso es que cuando escuchamos esa frase, es normalmente porque hicimos algo dejándonos llevar por el instinto, por la euforia, o por la carne. Es porque dejamos un poco al lado las obligaciones y compromisos, e hicimos algo que nos haría sentir bien. Y cuando lo recordamos, nos quedamos con lo bueno, con lo intenso de aquello. Las fiestas más grandes que yo me he pegado han sido también las más frías, las más agotadoras, o las más problemáticas. Y sin embargo, al recordar aquellos momentos no siento el frío por el que decía "no vuelvo a salir en mi puñetera vida", ni el dolor de pies por llevar toda la noche en tacones, ni el sueño que no te anima a mover un dedo más. Sólo siento carcajadas, música alta, adrenalina y nervios (de los felices). Por otro lado, a pesar de que han sido más de las que deberían, no recuerdo ninguna de las noches en las que dormí plácidamente en mi cama, protegida del frío, con la barriga llena y la cara bien limpia. Bueno, miento, sí las recuerdo, pero no las siento. No me dan melancolía en absoluto.  Puede que fueran correctas, pero quizá fue menos vida.

  No quiero decir con esto que tengamos que terminar de lunes a lunes en un after-hour. El punto no es salir de fiesta o no. El tema es disfrutar la vida, es recordar ese momento en que hiciste lo que no debías y que se te escape una sonrisa, porque tu alma lo necesitaba. Ese día en que rompiste la dieta y dejaste la nevera temblando, ese domingo en que tenías que estudiar pero el café después de la comilona con tu familia no se te pudo resistir, ese finde en el que ibas a salir de tranqui y se te fue de las manos, o ese mes en el que te propusiste ahorrar y al final te desperdiciaste el dinero en la chorrada más grande.

  Obviamente todo exceso es malo. Creo que si algo nos gusta, también hay que quedarse un poquito con las ganas, para repetir. Si esos momentos especiales, te hacen sentir feliz u orgulloso a pesar de todo, es porque no los haces demasiado a menudo. Pero te los mereces. Lo mejor de la rutina y de nuestras obligaciones, es cuando las rompemos, pero precisamente, porque no es lo normal, sino la excepción. Creo que no hay muchas cosas tan satisfactorias en la vida, como la de llevar a cabo un cambio y que salga bien, o incluso memorable.

viernes, 28 de marzo de 2014

Las reglas que NO te van a gustar para aprender idiomas

No me gusta dar consejos, porque tampoco me gusta que me los den. Me gusta dar o escuchar ideas, opiniones y experiencias. Así que voy a postear hoy reglas que han sido vitales para mí en el aprendizaje continuo de otras lenguas. Te aviso que no te van a gustar y por eso recalco, que han sido reglas acorde a mi ritmo de vida y que simplemente te las cuento. Ya sabes, como las lentejas, si las quieres las tomas, y si no...

1_ Si es una prioridad aprender un idioma, dedícale el tiempo que le corresponda. Lo que significa, al menos un rato cada día. A partir de ahora, las pelis, los libros, las canciones, la configuración de tus redes sociales, las noticias y todo lo legible debe estar en el nuevo idioma. LO IMPORTANTE NO ES EL LIBRO O LA PELÍCULA, sino que tú aprendas algo de vocabulario y gramática.

2_ En tu camino de aprendizaje del nuevo idioma, LO IMPORTANTE NO ES LO QUE DIGAS, sino que lo digas, obviamente en el nuevo idioma. No recurras enseguida a otra lengua que no sea la que estás aprendiendo, sólo por terminar la frase. Busca la manera de terminarla en el nuevo idioma. Y si no, busca otro final, miente si es necesario.

3_ Ya sabes español, así que no necesitas ampliar tu red de contactos hispanohablantes, sino de NATIVOS del idioma que aprendes. Busca hacerte amigo de ellos por todos los medios, habla alto y pregunta con frecuencia para que te tengan en cuenta, pídeles que te corrijan sin compasión.

4_ Comprométete con un compañero de TÁNDEM.  Ojo, que no cualquier nativo vale. ¿O acaso crees que cualquier persona que habla tu lengua sería adecuada para intercambiar idiomas? Un acento relativamente claro y un mínimo de extroversión para mantener al menos media hora con cada idioma son puntos importantes. Y ya si tiene el mismo nivel que tú en su idioma de aprendizaje, es el caso ideal.

5_ Procura buscar lo mínimo posible palabras en el diccionario. Para esto tengo explicación: en primer lugar en el 90% de los casos NO VAS A DAR CON LA TRADUCCIÓN ADECUADA, en segundo lugar, si en vez de irte automáticamente al traductor, le preguntas a una persona (preferiblemente nativo en tu idioma de aprendizaje) por el significado de la palabra, le das un ejemplo para contextualizar, haces un poco de mímica o terminas buscando el objeto por toda la casa para mostrárselo y que te diga como se llama en su idioma, la palabra va a grabarse infinitamente más fácil en tu memoria.

6_ Si tienes la oportunidad, que como todo en esta vida, tiene que buscársela uno, realiza una ESTANCIA Y CURSO DE IDIOMA en un país que hable tu lengua de aprendizaje. No hay nada más efectivo para el aprendizaje de una lengua que encontrarse en un ambiente donde se está las 24 horas escuchándola. Si a eso le sumas la aplicación de la teoría a la práctica diariamente, la evolución es bestial. Notarás a menudo el efecto Baader-Meinhof.

Y por ahora ya está, no me vienen más a la cabeza. Te lo dije, no te iban a gustar. Pero qué le vamos a hacer, el aprendizaje de un idioma no siempre es divertido, sobre todo al principio. Aunque creedme que cuando clavéis una frase bien dicha entre colegas en un idioma que no es el vuestro, ¡os va a compensar todo el esfuerzo! ¡Hasta la próxima!

P.D.: la gramática (como el tamaño) SÍ QUE IMPORTA!

jueves, 16 de enero de 2014

Caballer@s


El hombre da el primer paso para invitarte a salir... pasa a buscarte... te abre la puerta del coche... y paga en la primera cita... Y si no es así, que se olvide de una segunda cita, porque sólo los caballeros se la merecen. ¿De verdad tenemos esto tan arraigado en el cerebro? ¿De verdad tiene que pasar siempre el hombre por todas estas pruebas de fuego para poder llegar a algo más con la chica?

Yo nunca tuve una primera cita de esas que salen en las pelis americanas, no sé si alguien las tiene en realidad. Si algún día visito Estados Unidos, me voy a recorrer unos cuantos restaurantes para ver si de verdad hay tantas parejas de desconocidos sentado uno frente al otro (por cierto, me parece una falta de proyección total) a la luz de las velas, intentando rematar el comentario anterior con algo aún más creativo. Deben de dar bastante el cante, ¿no? Y tampoco me pasa nada si me muero sin tener una primera cita de ese estilo. Me parece muy anti-práctica. Quiero decir, estás comiendo... ¿No hay demasiados silencios incómodos? ¿O sigues contando tus hobbies más extravagantes y tus aspiraciones en la vida con la boca llena? Total, que no se cómo de emocionantes serán. Lo que sé es que no veo nada de malo en que la chica se lo proponga al chico, o en que paguen a medias, o que pague la chica! (Si es que de verdad, como está la economía y tirándome piedras a mi humilde tejadito...)

Y el tema de que te abra la puerta... no, no lo veo romántico. Me parece estupendo que me abran la puerta y me dejen pasar a mí primero, ¡alegra el día! ¿Pero por ser caballero?? A mí me ha abierto la puerta un vecino, una amiga, mi abuela, mi jefe, incluso alguna profe... Y es más, ¡yo a ellos! Quiero decir, que si lo haces por tener un detalle conmigo como ser humano ¡estupendo! Pero si lo haces porque tú tienes pene y yo soy una flooor delicada que se ha de proteger y mimar para que no se estropee... ¡colleja! Además... mi estropicio es latente, a quién vamos a engañar. Ya un poco en serio, creo que ahí es donde caballerosidad y machismo se solapan, y la verdad, que para tener que lidiar con ambos, mejor con ninguno. Y las chicas diréis... y ¿cómo sé si lo hace por amabilidad o por cumplir las reglas sociales de caballerosidad? Truquito: intentad devolverle el detalle. Si lo acepta sin alterarse, van las cosas por buen camino. Si se resiste... quizás tengas que comentar alguna cosa más en la cena además del año que te fuiste de mochilera a Camboya. Por cierto, hasta ahora me refería a la puerta de un inmueble. Pero me gustaría mencionar lo que comentó una profe de alemán en algún momento y me hizo mucha gracia, ¿qué narices haces mientras esperas a que te abran la puerta del coche?

Os propongo algo: vamos a ser todos caballeros cuando nos apetezca. Sí, ¡las mujeres también! Caballeras, para los lingüísticos fundamentalistas. Dar el primer paso no le quita a la mujer dignidad, ni dejar de darlo tampoco. Oh, esperad... a ver si encuentro un fragmento de Friends que me viene como "anillo al dedo":



Es más, ¡vamos a ser otras veces damas y damos también! ¿Por qué un hombre no puede recibir flores y bombones?¿Por qué no puede llorar? ¿Por qué no puede ser él el que tarde más en el baño para estar guapísimo para él mismo y para su pareja? Qué demonios, ¡que se pinte las uñas si quiere!

Y así, poco a poco, damas y damos, caballeros y caballeras, harían de este lugar un mundo más equitativo. Así dejaremos de necesitar la palabra caballerosidad porque se solaparía con la amabilidad, con la humanidad de cada uno. Venga bah... ya os dejo y me voy a seguir flipando off-line. Un besote a las lectoras y un abrazo a los lectores. Oh, wait...

lunes, 27 de agosto de 2012

Que nada te detenga

 Hoy, para mí, es un día de esos en los que por muy buena cara que pongas, por muy buenas intenciones que tengas, te dan palos por todas partes. Y sí, a veces pasa. Así que aprovecho para sacar conclusiones de un experimento reciente.
 Conseguir objetivos es precioso, pero eso no significa que sea fácil. Nos toca luchar contra la adversidad, las críticas, y lo peor: contra nosotros mismos. Por muchas ganas que tengas de conseguir algo, surgirán problemas, pasarás miedo, y llegarás a preguntarte hasta qué punto estas cosas valen la pena.
 Lo que ocurre, es que los problemas son necesarios para crecer y diferenciarnos. Si todo lo que quisiéramos apareciera con un chasquido, lo tendríamos todo, y nada tendría valor. Por eso hay que ser consciente de que los obstáculos aparecerán (no buscarlos, pero saber que son parte del camino), sin dejar de fijar nuestra mirada en la meta.
 Puede que el miedo no sea necesario, pero es natural. Es un mecanismo de nuestra biología para protegernos, aunque esté un poco anclado en el pasado. Sin miedo, no se es valiente, y la valentía es la base de la libertad. Así que cuando sientas miedo, acéptalo. Deja que te invada el cuerpo y llora, tiembla, patalea, o lo que quieras. Cuando te calmes, respira profundamente, escucha música alegre, mira por una ventana. Ese mal rato te tiene que servir para hacerte más fuerte y resetear tus ganas. Todo esto le está añadiendo valor a tus sueños, te mantendrá humano y te dará la oportunidad de contarle a tus hijos o nietos que fuiste héroe por momentos, al igual que a mí me lo cuentan mis familiares.
 En cuanto a lo de preguntarte si seguir en tu camino vale la pena, el que te ocurra esto también es importante. La mayoría de las veces, si sigues, te das cuenta de que faltaba menos de lo esperado. De cualquier forma, es bueno parar de vez en cuando y buscar otras perspectivas, para ver si todas te hacen llegar a la misma conclusión.
 Así que, seguid soñando y luchando por vuestros sueños, viviendo intensamente cada paso del camino.

"Una persona predestinada es la que construye un sólido edificio, con los ladrillos que le van tirando los que quieren voltearlo" (David Brinkley).