lunes, 31 de marzo de 2014

Que te quiten lo bailao

  Es una expresión que me encanta. No importa lo culpable que te haga sentir lo que hiciste, si alguien te dice esa frase, sientes una especie de alivio. Yo cuando la escucho, me imagino una especie de remolino de colores que reproduce una música alegre y de repente te tragas, y encierras con una sonrisa pícara.

  Y es que es verdad, que lo único cierto y a salvo en esta vida, es lo que ya ocurrió. Nadie puede quitártelo, para bien o para mal. Lo curioso es que cuando escuchamos esa frase, es normalmente porque hicimos algo dejándonos llevar por el instinto, por la euforia, o por la carne. Es porque dejamos un poco al lado las obligaciones y compromisos, e hicimos algo que nos haría sentir bien. Y cuando lo recordamos, nos quedamos con lo bueno, con lo intenso de aquello. Las fiestas más grandes que yo me he pegado han sido también las más frías, las más agotadoras, o las más problemáticas. Y sin embargo, al recordar aquellos momentos no siento el frío por el que decía "no vuelvo a salir en mi puñetera vida", ni el dolor de pies por llevar toda la noche en tacones, ni el sueño que no te anima a mover un dedo más. Sólo siento carcajadas, música alta, adrenalina y nervios (de los felices). Por otro lado, a pesar de que han sido más de las que deberían, no recuerdo ninguna de las noches en las que dormí plácidamente en mi cama, protegida del frío, con la barriga llena y la cara bien limpia. Bueno, miento, sí las recuerdo, pero no las siento. No me dan melancolía en absoluto.  Puede que fueran correctas, pero quizá fue menos vida.

  No quiero decir con esto que tengamos que terminar de lunes a lunes en un after-hour. El punto no es salir de fiesta o no. El tema es disfrutar la vida, es recordar ese momento en que hiciste lo que no debías y que se te escape una sonrisa, porque tu alma lo necesitaba. Ese día en que rompiste la dieta y dejaste la nevera temblando, ese domingo en que tenías que estudiar pero el café después de la comilona con tu familia no se te pudo resistir, ese finde en el que ibas a salir de tranqui y se te fue de las manos, o ese mes en el que te propusiste ahorrar y al final te desperdiciaste el dinero en la chorrada más grande.

  Obviamente todo exceso es malo. Creo que si algo nos gusta, también hay que quedarse un poquito con las ganas, para repetir. Si esos momentos especiales, te hacen sentir feliz u orgulloso a pesar de todo, es porque no los haces demasiado a menudo. Pero te los mereces. Lo mejor de la rutina y de nuestras obligaciones, es cuando las rompemos, pero precisamente, porque no es lo normal, sino la excepción. Creo que no hay muchas cosas tan satisfactorias en la vida, como la de llevar a cabo un cambio y que salga bien, o incluso memorable.

viernes, 28 de marzo de 2014

Las reglas que NO te van a gustar para aprender idiomas

No me gusta dar consejos, porque tampoco me gusta que me los den. Me gusta dar o escuchar ideas, opiniones y experiencias. Así que voy a postear hoy reglas que han sido vitales para mí en el aprendizaje continuo de otras lenguas. Te aviso que no te van a gustar y por eso recalco, que han sido reglas acorde a mi ritmo de vida y que simplemente te las cuento. Ya sabes, como las lentejas, si las quieres las tomas, y si no...

1_ Si es una prioridad aprender un idioma, dedícale el tiempo que le corresponda. Lo que significa, al menos un rato cada día. A partir de ahora, las pelis, los libros, las canciones, la configuración de tus redes sociales, las noticias y todo lo legible debe estar en el nuevo idioma. LO IMPORTANTE NO ES EL LIBRO O LA PELÍCULA, sino que tú aprendas algo de vocabulario y gramática.

2_ En tu camino de aprendizaje del nuevo idioma, LO IMPORTANTE NO ES LO QUE DIGAS, sino que lo digas, obviamente en el nuevo idioma. No recurras enseguida a otra lengua que no sea la que estás aprendiendo, sólo por terminar la frase. Busca la manera de terminarla en el nuevo idioma. Y si no, busca otro final, miente si es necesario.

3_ Ya sabes español, así que no necesitas ampliar tu red de contactos hispanohablantes, sino de NATIVOS del idioma que aprendes. Busca hacerte amigo de ellos por todos los medios, habla alto y pregunta con frecuencia para que te tengan en cuenta, pídeles que te corrijan sin compasión.

4_ Comprométete con un compañero de TÁNDEM.  Ojo, que no cualquier nativo vale. ¿O acaso crees que cualquier persona que habla tu lengua sería adecuada para intercambiar idiomas? Un acento relativamente claro y un mínimo de extroversión para mantener al menos media hora con cada idioma son puntos importantes. Y ya si tiene el mismo nivel que tú en su idioma de aprendizaje, es el caso ideal.

5_ Procura buscar lo mínimo posible palabras en el diccionario. Para esto tengo explicación: en primer lugar en el 90% de los casos NO VAS A DAR CON LA TRADUCCIÓN ADECUADA, en segundo lugar, si en vez de irte automáticamente al traductor, le preguntas a una persona (preferiblemente nativo en tu idioma de aprendizaje) por el significado de la palabra, le das un ejemplo para contextualizar, haces un poco de mímica o terminas buscando el objeto por toda la casa para mostrárselo y que te diga como se llama en su idioma, la palabra va a grabarse infinitamente más fácil en tu memoria.

6_ Si tienes la oportunidad, que como todo en esta vida, tiene que buscársela uno, realiza una ESTANCIA Y CURSO DE IDIOMA en un país que hable tu lengua de aprendizaje. No hay nada más efectivo para el aprendizaje de una lengua que encontrarse en un ambiente donde se está las 24 horas escuchándola. Si a eso le sumas la aplicación de la teoría a la práctica diariamente, la evolución es bestial. Notarás a menudo el efecto Baader-Meinhof.

Y por ahora ya está, no me vienen más a la cabeza. Te lo dije, no te iban a gustar. Pero qué le vamos a hacer, el aprendizaje de un idioma no siempre es divertido, sobre todo al principio. Aunque creedme que cuando clavéis una frase bien dicha entre colegas en un idioma que no es el vuestro, ¡os va a compensar todo el esfuerzo! ¡Hasta la próxima!

P.D.: la gramática (como el tamaño) SÍ QUE IMPORTA!